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Carlos Villagrán, el niño eterno que se hizo famoso en la popular serie “El Chavo del Ocho” se apresta a presentar su espectáculo en esta ciudad. Cuenta su trayectoria, proyectos, sueños y el buen humor que lo caracteriza.
¿Qué es de la vida de Quico hoy?
Lo mismo. Cuando la gente solicita el show de Quico, él va. En este caso tengo el privilegio de estar en Bolivia. Quico se dedica a divertir a la gente. Para mí es el trabajo más hermoso del mundo, que es hacer reír a la gente y no tener patrón (je, je), es fabuloso. Mi carrera me ha significado todo. Tengo mucho que agradecer al personaje de Quico, como los aplausos, la admiración, el bienestar, el conocer, el probar, el estar en lugares y muchas otras cosas más.
¿Cómo se renueva un actor, cuando pareciera quedar atado a un personaje como el de Quico?
Nunca le tuve miedo a hacer Quico toda mi vida. Aprendí a vivir agradeciéndole a Quico. Lo hice tantas veces que me di cuenta que soy al revés, soy un niño con un adulto adentro y todos los demás son adultos con un niño adentro. Charles Chaplin hizo a Chaplin, Cantinflas hizo a Cantinflas, solamente. En vez de ver el vaso medio vacío, lo vi medio lleno y tengo que agradecerle a Quico. Trato de cuidarlo lo mejor posible y no defraudar a nadie.
¿Trabajó en otros papeles?
Sí. Hice teatro y televisión con otras cosas. Lo que pasó es que El Chavo del 8 funcionó en todos lados. Ha sido un programa fenómeno que traspasó fronteras en todos los aspectos. Fue doblado al portugués, italiano, coreano, árabe, ruso, entre otros.
¿Por qué cree usted que sucedió esto?
Es un programa muy fácil de hacer reír y de entender. Tiene un gran privilegio, es muy sano. Nunca viste que nos vistiéramos de mujer, hiciéramos de borrachos o hacer papeles de afeminados; dijéramos albures o guarangadas. Sino que tuvo éxito por el chiste tonto, bien hecho, además de juntar a un grupo de actores donde nadie se parecía entre sí a nadie, pues fue un éxito total.
Alguien hizo un estudio en Venezuela. Dio que había un chiste promedio cada 9 segundos, tanto visual como verbal o por situación. Era una ametralladora de chistes malos, buenos, regulares, nuevos, semi nuevos, de todo tipo, la gente terminaba riéndose.
¿Extraña trabajar en la vecindad?
La vecindad era un estudio que se montaba y se desmontaba el mismo día que trabajábamos. Extraño a esa gran familia que la hicimos todos. Don Ramón murió hace 12 años, la Bruja falleció hace 8 años. Se extraña todo lo que convivimos afuera y aún haciendo el programa, incluyendo el director del programa que era Enrique Segoviano.
El programa fue creciendo junto con nosotros. Los comentarios, las cosas que hubo, las sorpresas que nos llevábamos cuando pasábamos frontera, etc. Los personajes de la primera etapa de El Chavo del 8 casi no se parecen a cuando años más tarde maduraron. Es como hacer un pastel y agregarle más y mejores condimentos cada vez. El hecho de que fuera muy local (era sólo para el Distrito Federal y Estado de México) después llegó a nivel nacional y más tarde abarcó prácticamente al mundo. Pero nos fuimos llevando sorpresas de a poco, era impresionante el éxito motivado por la gente.
No se puede medir el efecto…
No, te lo llevas, nadie te lo va a quitar. En ese terreno, en la comedia y enfocado a la familia, porque acaparó todas las edades y todas las clases sociales. Nos veían desde el presidente hasta el más humilde de los niños.
Su ruptura con el programa del “Chavo del Ocho” se debió a “envidias, egoísmo, celo artístico, profesional”, ¿ése fue el motivo real?
Sí, ése fue el motivo. Empezó el programa y el Chavo del 8 fue creado huérfano, sin casa, sin comida, sin papá ni mamá, para que el televidente lo protegiera. Y Quico fue la contraparte: el rico, el mimado, el envidioso, el egoísta. Fue hecho como el villano, pero en el terreno de la comedia se permite al villano simpático y se convirtió en eso, en el villano simpático y a través del tiempo se le fue trepando en popularidad al Chavo. Todos esos cachetes (y hace los cachetes), los ojos de huevo frito (hace el gesto), la llorada (llora), las piernas torcidas, los movimientos, etc, llamaban más la atención que el propio Chavo, que era un personaje más común. Hacíamos conferencias de prensa y el 80% de las preguntas eran para Quico…
¿Pero eso no se hablaba en el grupo para no crear susceptibilidades?
Se hablaba hasta cierto punto, pero nadie decía nada, el que llevaba la batuta era Roberto Gómez Bola de años (risas)
¿Nunca usted cobró derechos de intérprete por su personaje?
Supuestamente tendría que cobrar derechos de intérprete. Pero parece que debería hacerlo a través de Televisa y Televisa me vetó desde que me sacaron del programa del Chavo del 8. Me deben muchísimo dinero, pero ellos dicen que yo no salía en el programa, cosas absurdas como esa.
¿Al personaje lo creó usted? porque Bolaños dice otra cosa…
Sí. Lo de los cachetes y el llanto lo hago porque es natural en mí. Nadie me dio una hoja, como a Batman, y me dijeron “mira te vas a vestir de Batman y vas a hacer esto”, yo lo inventé y lo fui enriqueciendo. Al tener esa hambre de surgir Roberto Gómez Bolaños ve esa debilidad en todos y nos hace firmar un papel que decía que los personajes eran de él. En México es muy difícil porque los abogados son como las bananas, no hay uno derecho, entonces antes de contratarte les da miedo porque entra el monstruo de Televisa. Si lo tienen que pagar, lo van a pagar, no soy tan ambicioso.
¿Cómo es su relación con los chicos, hoy después que pasaron 25 años del personaje televisivo?
Es un poco difícil, aunque no tanto. Prácticamente lo que voy a hablar, lo van a entender. Lo que tengo que hacer es cuidar a Quico.
Carlos Villagrán tiene que luchar contra un niño que es el mismo pero hace 25 años. Duerme mucho para que tenga esta cara (infla los cachetes), debe mantenerlo delgado para que tenga dinamismo, para que no defraude a la gente ya que no puede ser un Quico pasivo en el show.
¿Hay una dieta especial?
Hay una dieta, que incluye pastillas, el “hueso” de la uva (mata a los radicales libre que te envejece), dormir mucho, hacer ejercicios y llevar una vida activa en general. No comer muchas grasas, no fumar, no consumir drogas o alcohol.
¿Qué de nuevo trae a Bolivia?
Me hicieron el ofrecimiento de venir y vengo con muchas ganas. No repito países cuando hace poco tiempo visité, lo siento como fraude. Hace como 8 años que no venía y cuando me invitaron les dije, sí, como no, con mucho gusto.
¿Qué es el éxito?
Lo valora cada persona, debe ser reflejado en cada uno de nosotros y es a partir del vaso medio lleno o medio vacío. Puede ser total si la persona se lo propone, si su ambición se lo permite. Es alcanzar algo que uno se propone. Muchas veces uno se propone metas y uno no va creyendo lo que va pasando, como en el caso nuestro con El Chavo del 8. Era un programa que lo hacíamos con mucho cariño, era una familia. Ustedes nos veían y podían ver que no había problemas entre nosotros porque si no, no hubiéramos podido transmitir la risa, porque eso se notaba, se proyectaba.
Nos fue ganando el tiempo. Creo que en Nicaragua hicimos la primera gira internacional. Era la época de Anastacio Somoza y todos los dichos y refranes del Chavo del 8 y del Chapulín Colorado estaban basados en su discurso. Decía: No contaban con su Anastasio”. El partido que perdía decía: “Lo sospeché desde un principio”; el pueblo decía Cáyense, cáyense, cáyense que me desesperan”; El mismo Anastasio decía “Síganme los buenos”. Toda su política estaba basada en frases y dichos del Chavo y del Chapulín Colorado. Les daba una fuerza tremenda.
Nos fue sorprendiendo el éxito. Nosotros creíamos que era hasta ahí, pero pasaba más y más. Luego vimos programas en portugués, en coreano. Tuve que aprender a hacer el show en portugués para trabajar en Brasil.
¿Usted cree que es víctima o cómplice del destino?
Somos las dos cosas. De alguna forma somos víctimas y más víctimas los que no se dan cuenta y cómplices los que se dan cuenta y a pesar de eso lo hacen. Al destino no le pudimos todavía echar la culpa totalmente. No lo podemos cambiar. El destino nos maneja.
¿Con qué sueña Carlos Villagrán hoy?
Sueño con muchas cosas. Soy muy positivo, no por eso no tengo problemas, trato de ver el lado positivo de los problemas o cual es la solución de los mismos. Sueño con salud, que estén bien los hijos, que tenga trabajo, estar entero, el voltear allá arriba y dar las gracias, el tener una sonrisa para la gente que está en frente. Le confieso una cosa, por mi trabajo, ando para arriba y para abajo, en tantos hoteles y alturas, me ha heredado la vida el tener que tomar pastillas para dormir. Lo que hacen las pastillas es que te tumbas y no tienes sueños. Después del efecto de la pastilla tienes sueños, pero muy breves.
Anunció que dejaría a Quico para ser escritor y director de televisión…
Sí. Me encanta la televisión. Si me dejan hacer cine, lo haría con mucho gusto. Veo mucha tv y cine y encuentro defectos sin proponerme a verlos, se hace oficio… Lo que más me gusta es escribir y mi tema favorito es la ciencia ficción. Tengo dos películas por hacer muy ambiciosas que se las quiero proponer a Steven Spielberg porque él nomás las podría hacer. El tema es Niños sin futuro, buscan futuro. De alguna forma se ponen de acuerdo para irse del planeta Tierra porque no hay futuro para ellos…Otra forma es hacer la serie y desbaratarla. Intento dar con esto un mensaje de que no les estamos dejando futuro.
¿Qué siente cuando le nombran a Emilio Azcárraga?
No siento nada. Creo que estuvo equivocado, tal vez como todos nos equivocamos. Creo que no tuvo la visión, confió en un solo hombre (Gómez Bolaños), tal vez yo hubiera hecho lo mismo. Si una persona me pone en 20 países un programa en primer lugar al mismo tiempo, no tengo más que confiar en él, pero se quedó sólo en eso. Los demás no valíamos, por eso tuve que salir de Televisa. Cuando a mí me contrataban en Venezuela o en Argentina, él mandaba un fax para que no me contrataran.
¿Fue un boicot?
Sí, duró como cinco años más o menos. Y nunca hice nada. Mi único desquite fue que cuando Adal Ramones (Otro rollo) me habló más de 30 veces y me dijo que fuera a su programa de televisión, que Televisa ya me había levantado el veto de 20 años. Le contesté: “Pero mira que coincidencia, recién ahorita que sonó el teléfono y eras tú yo acabo de vetar a Televisa por otros 20 años” (risas). No les hago nada pero ellos también están vetados para mí.
¿Cómo sigue la vida de Carlos Villagrán?
Normal, con mucho trabajo, viajando de un lado para otro. Me mantengo activo. Cuando tengo oportunidad lo que hago es ver fútbol y ver a mis hijos. Soy fanático del fútbol (es de Chivas), es mi verdadera pasión.
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